viernes, 10 de octubre de 2008

La cita puntual



Los días estaban contados para el señor bigotón de la esquina; nunca en su vida había tenido metida en el corazón esa sensación de ausencia de alma; una ausencia fría que en días recientes le atosigaba desde el almuerzo hasta la cena.
Caminaba lento, con pasos diferentes, con cansancios dolorosos y virtudes acabadas. La vida de pronto le parecía insulsa, le molestaba y atosigaba; su andar cansado le limitaba, le hacía llegar tarde a las citas, citas vitales, citas puntuales.
Se miró en el espejo, lo golpeó con el puño… caminó esparciendo con, un dejo de arrogancia, gotas sanguinolentas por doquier. Destapó su cerveza y se arrellanó en el desvencijado reposet, cerró los ojos y con el último trago se le fue la vida. Esta vez llegó a tiempo a la cita, a la cita vital, a la cita puntual.

Feraluj / 2008